Será pronunciado el próximo 9 de marzo por José Rodríguez Polvillo en el templo parroquial santiaguista

Tras el tercer día del Solemne Septenario Doloroso en honor a Nuestra Señora de la Soledad, tenía lugar en el templo parroquial de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta el acto de entrega de las pastas del pregón de la Hermandad Sacramental de Santiago Apóstol y la presentación del cartel anunciador del mismo, una cita con la que se quiere dar un mayor realce si cabe al pregón decano de la Villa, que cumple este año su XXXV edición y que pronunciará José Rodríguez Polvillo el próximo 9 de marzo.

El acto estuvo presentado por Jesús Bueno Ruiz (secretario primero de la Hermandad), quien dio paso en primer lugar al pregonero del pasado año, Leopoldo Rodríguez Alcántara, quien dedicó bellas palabras a su sucesor en el cargo, destacando la acertada decisión de la Junta de Gobierno al elegir a Rodríguez Polvillo para pronunciar el pregón de este año.

Continuó el acto con la entrega de las pastas al pregonero por parte de su predecesor, un gesto que recibió el aplauso unánime de todos los asistentes.

Las pastas fueron un obsequio de la esposa del pregonero y sus hijos. Minutos después se dio a conocer el cartel del pregón, que descubrieronconjuntamente el propio pregonero y el hermano mayor, José Antonio Sánchez Mejías, junto con el autor de la fotografía que lo ilustra, Israel Adorna Cabrera.

El cartel lo protagoniza una bellísima imagen de Santísimo Cristo de los Remedios, cuyo descubrimiento fue respondido con el aplauso de todos los presentes.

A modo de colofón, José Rodríguez Polvillo dio las gracias a la Junta deGobierno por su designación, destacando que la imagen que ilustra el cartel, que incide especialmente en los labios del Señor, enlaza a la perfección con el título del pregón, «Una voz encarnada», entendida en «un sentido doble, de una
parte la palabra de Dios encarnada en Cristo, hecha carne en Él; pero también la palabra de todos los placeños de la historia que han sabido siempre hablarnos del Señor y de la Virgen con un lenguaje teñido de rojo, es decir, encarnado».


Por último, definió su pregón como el de «un amante de la belleza, un enamorado de sus raíces, un apasionado de los sentimientos y las emociones y, sobre todo, el pregón de un buscador de la Verdad, o lo que es lo mismo, de un buscador de Dios, unos ingredientes que sólo pueden dar como resultado un pregón muy de La Plaza», unas palabras que fueron respondidas con el aplauso unánime del público que llenaba el templo parroquial

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